lunes, 28 de mayo de 2012

Discusión y me voy a la cama

Mi mamá, mi abuela y una tía (C.) estaban discutiendo de algo que no debía oír, a pesar de tener ya 24. Me fui a la fonda de enfrente, donde vendían libros muy raros y pesados. Las enchiladas las vendían por kilos, yo pregunté cuántas enchiladas eran medio kilo y cuánto pesaban dos o tres enchiladas.
Luego entré a la casa (señorial, era una hacienda), necesitaba dormir y quería cerrar la puerta del cuarto, pero era como de un clóset, la puerta era muy vieja y no podía cerrarse bien. Yo quería cerrarla bien para que nadie entrara, traía mi batón de encaje (señorial, de principios del siglo pasado o del siglo XIX o del siglo XVIII), y asumía que emparejándola nadie podría entrar ahí. Solamente un poetilla en potencia.

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