lunes, 7 de noviembre de 2011
Corte de pelo
Vivía en Santa Catarina, bajé a la avenida (donde estaba la alberca y los trampolines para echarse clavados). Quería cortarme el pelo, así que entré a la estética donde estaban dos muchachas de la clase baja. Una gorda y otra delgada pero chola. La gorda me hacía sentar en una silla y me llenaba el pelo de un agua azul rara. Me lo agarraba todo en un puño y me lo empezó a despuntar todo junto. Luego volteó a ver la novela en la t.v. y ya no quería cortarme el pelo. Me enojé. Dijo que si no me gustaba me podía ir a otra estética. Eso hice, aunque ya era tarde y no sabía dónde estaba otra estética abierta. Subía por las calles, que eran como las de Durango, Zacatecas, Guanajuato, la Durangüeña, etc. Una viejita me decía que en la esquina había una estética. Me encontré en el camino a A de aburrida y me acompañó. La chica tenía un recibidor verde con cuadros oscuros y música a alto volumen. Me pasó a la trastienda y me hizo un corte de pelo bonito. Era muy callada. Dedicada a su asunto de cortar. Era yo, tal vez.
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