lunes, 26 de septiembre de 2011

Libros, piña colada, George W. Bush

Mario y yo íbamos a una librería. Terminamos de ver y salimos, estábamos en la Alameda de Torreón, en la parte oeste cerca de la fuente. Mientras estábamos caminando, veía unos libros solitarios. Nos acercamos y Mario dijo que eran como muestra gratis. De los que me acuerdo eran un verde y una biblia blanca, muy extraña: con palabras en negritas repetidas, casi como si fueran subtítulos. Le comenté que estaría chido nos fuéramos a los libros usados. La avenida era una combinación de Morelos (de Torreón, y la perpendicular por donde está Cimaco) y Guerrero (de Monterrey). Desde donde veníamos podía ver el Palacio Municipal (Torreón), la explanada alta en la que se estaban bronceando unas rubias en bikini con sus lentecitos de sol. A Mario no le llamó la atención. A mí sí, porque incluso tenían un resbaladero. Una fiesta de Acapulco en la azotea (del Palacio Municipal, jajaja). Les tomé foto o video, no me acuerdo. Entramos a la librería de los usados y nos fuimos a la última sección del primer cuarto. Yo estaba buscando un libro de Ibar... something. Luego Mario me señaló un decreto gigantesco, casi como la copia de la Constitución de Estados Unidos. Yo lo que quería era tomarle foto a la orilla, que estaba llena de hongos, y demostrar lo peligrosos que eran los documentos antiguos. Pero Mario me insistía en que apreciara el contenido: trataba de que los papás se resistían a cuidar a niños malvados, en resumen, que no los querían. Pero con el lenguaje de abogados.
Nos movimos a otro estante y estaban los libros de apoyo a estudiantes de secundaria. Unos delgaditos. Leía yo los títulos: La Ilíada, La Ilíada, La Ilíada... Le decía a Mario: Vente, vamos a ver qué hay de este lado. Pasamos a otra habitación, era una papelería. Estaba la que yo creía que era hija de Cerda. Muchas reglas y escuadras y compases. Anduvimos varios pasillos y los pasillos de reglas y compases se duplicaban. Se triplicaban. Lo único que me llamó la atención fue una cajita rosita y descuidada, toda maltratada, que contenía una cosa de plástico para guardar el borrador, el sacapuntas y puntillas y así. La papelería parecía extenderse tanto como una bodega de Home Depot, y ya lo era, de hecho, veíamos podadoras y aspiradoras y un pasillo de muñecas y patines.

En un momento diferente, estaba yo con algunas chicas de mi generación de secundaria, yendo en fila por un camino terregoso, al lado de un barranco, donde había puros restaurantes exclusivos para la clase media, media alta y alta. Íbamos en busca de unas piñas coladas deliciosas. No me acuerdo si las conseguimos o no, pero en la penúltima casa tenía que entrar y ahí estaban la secretaria, la capturista, mi mamá y, al parecer, el ex-presidente George W. Bush. Recuerdo que mi hermano y otro muchacho estuvieron presentes algún rato, porque me acuerdo que mi mamá nos preguntó a los tres que qué queríamos de tomar o quizá él estaba ahí durante el tiempo que me trasladé de la fila de buscadoras de piñas coladas a la casa. Digo casa pero era una mansión muy grande, aunque de adentro parecía de la Merced II: una habitación para la sala, comedor, cocina, un baño chiquitito (donde estaba George W. Bush desde hace rato) y un espacio atrás que no vi, porque me daba gusto que mi mamá estuviera en la mesa con la secretaria y la capturista y conmigo. Obviamente empezaron con sus nacadas, pero la secretaria se contuvo y eso fue sorprendente. Lo atribuyo a la presencia de mi mamá, porque George W. Bush seguía en el baño. Mi mamá nos había dado a escoger qué bebida queríamos de tomar, yo le respondí que "Naranja", y me dio una muy naranja, pelada y congelada.
En eso vi por la ventana que venía una rubia muy voluptuosa y sexy con su novio que parecía un muchacho mexicanito de la clase media baja un domingo o viernes por la tarde. El muchacho traía gorra y ella tenía un vestido totalmente entallado strapple y de minifalda, no me acuerdo del color, pero eso no importa. La rubia se acercaba a la casa, pero se devolvía riendo y se abrazaba al muchacho diciendo que le daba mucha vergüenza y que estaba muy nerviosa por la presencia del ex-presidente. Que supiera que nunca salió del baño... jajaja.

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