lunes, 26 de septiembre de 2011

Es simbólico y raro

Era 1938 o 1940. Me escondía con tres niños judíos detrás de un carro quemado, en un garage, mientras un soldado alemán de 40 años estaba buscándonos. Cayó una bomba o una granada y desapareció al soldado, mientras nosotros corríamos.
En un segundo momento, yo era una novia a la que estaban cortando. No sé por qué, creo que siempre tiene qué ver con una traición. El novio mío me daba en señal de desprecio un ataúd cuyas paredes eran de cristal, aunque la tapa de madera. Estaba lleno de frijoles rotos. Yo le había compartido la felicidad de tirarnos por una planta gigantesca al lado de un barranco.Nos deslizábamos con un vértigo delicioso y caíamos en las ramas. Aunque le había compartido mi secreto y estaba un poco triste por ello, pasaba un tiempo y ya estaba en una cocina medio oscura, estaba mi abuela y Mary. Y les contaba eso del ataúd de frijoles rotos. Me daban ganas de ir al baño, subía una colina y ahí estaba el restroom. Había dibujos de perritos Schnauzer con alas, como los que salen en la película. El papel del baño estaba sucio.

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