jueves, 12 de enero de 2012

Hermano-casa, enfermedad-trabajo.

Mi hermano iba a mi casa. Yo apagaba dos de los tres televisores. Él se sentaba en un sillón y al lado de las figuras del pato Donald. Yo le decía que no me gustaban, que el pato Donald nunca me ha gustado. Pero eran los regalos que me habían hecho. Por la ventana entraba Angie, muy asustada. Yo me enfermaba o fingía enfermarme e iba a un hospital empotrado en un hangar. Me escapaba de mi trabajo, la capturista me veía y hacía como que saludaba a los demás pacientes. Al fin me saludó y no sé qué pasó que el doctor se peleó con alguien. Por mi culpa, creo. Por que no fui. Me tomaban la presión y me hacían otras cosas que no recuerdo. Cuando regresé, estaban en el hangar, pero más oscuro. Sólo estaba el doctor, la capturista y la secretaria, en sendos pupitres iluminados por un foco colgante. Ahí estaba mi lugar, en lugar de computadoras, había máquinas de escribir.

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